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REFLEXION DE LA HOMILIA DE S.S. BENEDICTO XVI A LOS SEMINARISTAS EN MADRID. JMJ 2011


“Al veros compruebo como Cristo sigue llamando…” Benedicto XVI 
  
 En la misa que S.S. BENEDICTO XVI,  ha tenido con los seminaristas en Madrid (España) con motivo de la JMJ 2011, ha subrayado distintos puntos de la vida del seminarista. Es así que también nosotros como seminaristas Barnabitas nos hacemos participes de ese mensaje  y así queremos hacer una reflexión sobre el mismo.
    Al comenzar esta reflexión, es de destacar que sea de agrado para todos los seminaristas, pero también sea para toda la comunidad en general, para que  se reflexione junto con nosotros, acerca de esta vida que como dicen algunas de las primeras palabras del Santo Padre: “Al veros, compruebo de nuevo cómo Cristo sigue llamando a jóvenes discípulos para hacerlos apóstoles suyos, permaneciendo así viva la misión de la Iglesia…” 
 BENEDICTO XVI dice: “Como seminaristas estáis en camino hacia una meta santa”.
   La vocación a la vida sacerdotal y la vida religiosa implica a los jóvenes de hoy una gran entrega, una gran separación de las cosas del mundo, entrega que como vocación es  nada mas y nada menos, que responder a la llamada de Dios, reconociéndolo como amigo y poniendo toda nuestra confianza en Él. En esta vida es muy importante tener siempre presente que nuestra meta, nuestros logros, nuestra entrega y nuestros sacrificios son solo por y para la causa de Cristo. 

   Es muy importante recordar la antífona del salmo, que se canto en esta ocasión: “Aquí estoy señor para hacer tu voluntad” (salmo 39, 8-9).  BENEDICTO XVI nos dice: “en todo buscaba agradarle: al hablar y al actuar”.
   En este punto, recordar aquellas dos simples letras que contienen un gran poder, el SI, que así como María, la madre de Dios y madre nuestra lo pronuncio un día, y que hoy nosotros pronunciamos cuando se toma la decisión de comenzar a caminar  y vivir la causa de Cristo. Un camino que hay que cuidar he ir alimentando, con nuestra alegría, oración, estudio y vida comunitaria, tales acciones que deben ser agradables a los ojos de nuestro padre Dios.

   En el Evangelio proclamado (Lc 22,14-20), el santo padre nos recuerda y nos dice: La sangre, signo de la vida, nos fue dada por Dios como alianza, a fin de que podamos poner la fuerza de su vida, allí donde reina la muerte a causa de nuestro pecado, y así destruirlo”.
   En estos últimos años la iglesia a sufrido la revelación de errores cometidos, es así que con estas palabras del Santo Padre nos hacemos participes de la constante búsqueda de la santificación de los sacerdotes, luchando juntos con él y toda la iglesia por medio de la oración, pidiendo a Dios que bendiga y proteja a las familias que sufren a causa de los errores cometidos, se hace así la invitación a rezar, seminaristas y comunidades, a María madre de los sacerdotes , para que los guíe y acompañe en este camino de misión de apóstoles de su hijo Jesucristo.

“Por Cristo sabemos que no somos caminantes hacia el abismo, hacia el silencio de la nada o de la muerte”. (Benedicto XVI)
   Nuestra misión, como seminaristas implica numerosas actividades primordiales, pero una en particular y que nunca debe faltar es, la alegría, ésta que debe ser trasmitida por nosotros,  en nombre de Jesús a todos los fieles, compartiendo así de la mejor manera  nuestras actividades pastorales y respondiendo de la mejor forma, a nuestros compromisos con las comunidades a las cuales hemos sido escogidos para trabajar.
   Por otro lado tiene aquí lugar una pregunta del Santo Padre, pero que a su vez debe ser asumida y reflexionada por muchos seminaristas hoy en día y que es: ¿Cómo vivir estos años de preparación?  

   Es así que BENEDICTO XVI, desde una postura de padre y a su vez con un espíritu de formador, aconseja y orienta, diciendo: “Ante todo, deben ser años de silencio interior, de permanente oración, de constante estudio…”. En estas palabras destacar principalmente, la importancia de la vida de seminario, que es básicamente todo lo que el Papa a dicho: silencio interior, oración y estudio. Tres pilares fundamentales en esta vida, pilares que cada seminarista debe ir alimentando y cultivando en este camino.
   El silencio interior: que nos hace capaces de reflexionar y darnos cuenta de cada acto, de nuestro caminar dentro del seminario, ayudándonos hacer consientes de nuestras obligaciones. La oración: que es nuestro alimento, junto con la eucaristía cotidiana, ambas nos hacen fuertes espiritualmente, la oración es y debe ser, la comunicación con Jesús de manera que cada seminarista encuentre  esa confianza que Jesús al igual que su madre la Virgen María, nos brindan. El estudio, muy importante también, que nos permite crecer intelectualmente, para comprender aun más las cosas de Dios, desde miradas Filosóficas y Teológicas.

“Nosotros debemos ser santos para no crear una contradicción entre el signo que somos y la realidad que queremos significar.” (Benedicto XVI)
   La imitación de Cristo, siempre presente en nuestras vidas, como objeto de trabajo siendo así, en Cristo, por Cristo, con Cristo y asiéndose participe de nuestra misión. El compromiso misionero de los seminaristas esta ligado a los fieles de las Parroquia y Capillas, en si,  niños, jóvenes y adultos, en donde aquí es fundamental nuestro rol como seminaristas y sabiendo  la importancia que esto implica saber que nuestro tiempo y entrega es por  Cristo, la Iglesia  y los hermanos. “queridos seminaristas, identificarse cada vez más con Aquel que se ha hecho por nosotros siervo, sacerdote y víctima. Configurarse con Él es, en realidad, la tarea en la que el sacerdote ha de gastar toda su vida. Ya sabemos que nos sobrepasa y no lograremos cumplirla plenamente, pero, como dice san Pablo, corremos hacia la meta esperando alcanzarla (Flp 3,12-14).” (Benedicto XVI)
“Vuestro corazón ha de ir madurando en el Seminario, estando totalmente a disposición del Maestro. Esta disponibilidad, que es don del Espíritu Santo…” (Benedicto XVI)

   Los seminaristas debemos sentir un respeto muy grande por nuestros superiores  y maestros, ya que en ellos, se manifiesta el Espíritu Santo, para que sean nuestros guías, acompañándonos, escuchándonos, alentándonos siempre, y así también recordando y marcando nuestro caminar, que nos ayudará a comprender mejor las cosas, siendo atentos siempre a ellos y juntos con ellos en este caminar, poder llegar hacer un día sacerdotes y sacerdotes santos. “Alentados por vuestros formadores, abrid vuestra alma a la luz del Señor para ver si este camino, que requiere valentía y autenticidad, es el vuestro, avanzando hacia el sacerdocio solamente si estáis firmemente persuadidos de que Dios os llama a ser sus ministros y plenamente decididos a ejercerlo obedeciendo las disposiciones de la Iglesia…” (Benedicto XVI).
LUCAS VELASQUEZ (postulante barnabita)

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