“Es verdad que cuando uno debe tratar o emprender algo importante, tiene que pensarlo o meditarlo muy seriamente o, por así decirlo, debe rumiarlo cuidadosamente; pero, una vez ponderado bien el asunto por su cuenta, o pedido consejo, no debe vacilar más en poner mano en la obra, ya que lo que más se exige en la vida espiritual es la rapidez y prontitud” (San Antonio María Zaccaria carta 2)
La indecisión y la incapacidad de acercarse a las reales necesidades del reino de Dios, suelen presentar quiméricas motivaciones que hace que muchos asuman una postura pasiva en el reino de Dios.
San Antonio María, enseña que la irresolución es una mala hierba que impide al hombre alcanzar la cumbre de la perfección; una vez envuelto en sus cadenas, la persona no logra hacer el bien actual porque se queda muy “ocupada” mirando el venidero, por ende, se olvida de “vivir y actuar en el presente”. Aquellos que optan por “tenerla como mascota”, son siempre inquietos, inconstantes y descontentos además cuando todo va bien. Elevar la mente a Dios, pedir la inspiración Divina y buscar orientación con una persona que tenga madurez espiritual, son algunos de los caminos que el joven Zaccaria apunta.
La falta de tiempo es una de las escusas más usadas en las comunidades “cristianas”. Logramos reservar ratos para charlar, chatear, dialogar temas estériles; somos y estamos siempre listos para actuar en cosas que nos agradan; no obstante, solemos ser tardos en contribuir en el crecimiento de la comunidad. Mirar los compromiso con Dios como algo secundario, es sinónimo de que la tibieza atrapó nuestro corazón; tal cual un cáncer, paulatinamente esta “mortífera enfermedad espiritual”, se va apoderando de todo los sitios del espíritu humano.
Dios ama el hombre incondicionalmente y no lo hizo para quedarse encarcelado en sí mismo. Somos invitados por nuestro Creador, a salir de nuestros rincones e ir al encuentro de los demás. Por ello, no debemos permitir que la indecisión y las falsas escusas nos impidan de ser verdaderos amantes de Cristo, fervientes, solícitos y decididos.
San Antonio María Zaccaria ruega por nosotros
Cavalcante Júnior-CRSP
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