Antiguos y nuevos fenómenos socio-culturales están afectando la forma en que vivimos las personas. De hecho nos encontramos inmersos en una mutación cultural sin precedentes.
Esto exige de nuestra parte una mirada atenta a la educación que estamos dando a niños, adolescentes y jóvenes -entendida ella como proceso de socialización tendiente a formar buenos ciudadanos-, sobre todo en un tiempo en que valores, principios y normas parecieran depender de conveniencias colectivas y puntos de vistas que sólo contemplan y admiten la propia realización, y en un contexto en que las fronteras tienden a desdibujarse en el horizonte de modas, ideas, conductas y tendencias.
Maffesoli ha sido enfático en declarar: “La resistencia de sociología oficial dificulta mucho el análisis sereno de la posmodernidad. En efecto, por referencia a la lógica del deber ser, los sistemas de pensamiento, que se reproducen en nuestras universidades, siguen obnubilados por los valores universales elaborados en el siglo XIX, valores de trabajo, de fe en el porvenir y de prevalencia de la razón. Quiérase o no, sin distingos de izquierda y de derecha, estos sistemas oficiales se apoyan en la concepción de un individuo racional, dueño de sí, y que contrae vínculos con otros individuos racionales para construir la sociedad.
Empíricamente, se observa que otros elementos son los que entran en juego, en particular en las prácticas juveniles, elementos que radican al mismo tiempo en un hedonismo latente, en una importancia del cuerpo y en el énfasis en el presente. Allí están las grandes características de la posmodernidad que requieren ser pensadas. Es posible analizar, sin que el intelecto tenga que abdicar, las comunidades emocionales, aquello que llamo el tribalismo contemporáneo y la “cultura del sentimiento” que tiende a prevalecer en nuestras sociedades”.
El objetivo de este ensayo es ofrecer una panorámica de estos cambios y desafíos culturales, y por lo mismo transversales a toda actividad pastoral, de tal forma que podamos enfrentar con más y mejores elementos conceptuales la educación de la juventud previa hermenéutica y discernimiento de lo humano -renunciando a toda demonización- que descubrimos presente, muchas veces velado, en expresiones urbanas, conductas y actitudes donde, y a pesar de su naturaleza transgresora, encuentra eco la Palabra de Dios. (Siga leyendo el ensayo en su lugar de publicación, clickeando enCULTURA JUVENIL: ¿HACIA DÓNDE TRANSITAN LOS ADOLESCENTES DE HOY?)
Fonte: Colégio el Salvador
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